Cuando era niña y tenía tiempo, era fanática de los espectáculos de lucha libre que se presentaban los domingos en La Paz. En 2003 el gimnasio de los luchadores que ella tanto seguía invitaba a la gente común a entrenarse allí, con las estrellas. Se presentó y, tras casi un año de preparación, ella y las cholas luchadoras organizaron un espectáculo gratuito. Era la primera vez que se hacía lucha libre de mujeres en la región. Tras una historia de discriminación por ser mujeres e indígenas, ahora conquistaban el ring, orgullosas de su identidad. Sin embargo, cuando Carmen obtuvo su título de campeona, recibió una cifra mucho menor que la que recibían otros luchadores. Entonces decidió convertirse en empresaria independiente y creó la Fundación de Cholitas Luchadoras. A través del deporte, Carmen ha contribuido a romper estereotipos y desafiar los prejuicios.